El Banco de Germoplasma de Especies Nativas de Oaxaca, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) protege en su bóveda las 35 razas de maíz encontradas hasta la fecha en ocho regiones del estado, mismas que representan el 58 por ciento de los tipos que de esta gramínea existen a nivel nacional.
En el Campo Experimental Valles Centrales del Inifap, el investigador Flavio Aragón Cuevas informa que en la mayoría del territorio estatal, 75 por ciento, se siembran razas nativas de maíz, por lo que es importante su conservación y mejoramiento.
“Nuestros antepasados fueron los formadores de esta riqueza genética y ellos la fueron adaptando a su ambiente, manejo, gusto culinario y cultura. Los hallazgos arqueológicos más importantes de maíz se han encontrado aquí, en las cuevas de Güilá Naquitz en Mitla, con más de 6 mil años de antigüedad”, detalla.
Agrega que la idea del banco no es solo conservar, sino utilizar los granos nativos. “Nosotros tenemos aquí una conservación para enfrentar un caso de desastre, ya sea ocasionado por huracanes, sequías, plagas o enfermedades que pudieran ocurrir en campo. Los granos se pueden sacar y llevarlos allá otra vez; pero también tenemos una estrategia de conservación in situ (en el lugar de origen), donde se trabaja con bancos comunitarios de semillas, junto con los productores”.
Dice que cuentan con más de 40 custodios de maíz distribuidos en todo el estado, que son los responsables de conservar razas específicas del grano, según su región. Por ejemplo, en el Trópico están los que conservan maíz conejo, tuxpeño, olotillo; en los Valles Centrales, los custodios conservan las razas bolita, pepitilla, tepecintle; y así todas las demás.
El maestro en ciencias explica que existe un riesgo real de perder cualquier raza de maíz nativo y puede ser por muchos factores, como los transgénicos, pero hay que considerar la migración porque la gente ya está dejando de cultivar, las sequías, las plagas, enfermedades; muchos problemas tanto biológicos como socioeconómicos.
“En el caso específico de los transgénicos, es un riesgo porque amenaza esta biodiversidad, ya que si hay flujo genético entre estos materiales y los nativos, obviamente se altera la constitución genética de los materiales; además, los genes patentados tienen necesariamente que comprarse y son muy caros para los productores pequeños”, indica Aragón Cuevas.
Igualmente, manifiesta que el problema que se visualiza frente a la entrada de estos materiales es la gran diversidad de razas de maíz en Oaxaca y el país que pueden perderse, “lo que no significaría nada más una pérdida de una especie de alimento, sino implica otras muchas cosas como la cultura de las comunidades. Aquí los maíces están asociados al desarrollo de las comunidades indígenas, hay todo un misticismo detrás del grano, no nada más rendimientos. Nosotros estamos hechos de maíz y eso nos une como mexicanos”.
Subraya que por esta razón no solo los conservan en el banco, sino los caracterizan para encontrar lo mejor de cada raza de maíz, qué tolerancia tiene a plagas, enfermedades, su rendimiento, para qué tipo de suelo pueden funcionar mejor, cómo es su ciclo, porque pueden aportar genes para enfrentar el cambio climático y otros problemas importantes. Ellos son fuente de germoplasma para el mejoramiento genético del futuro.
Aragón Cuevas expresa que el mejoramiento de las poblaciones de maíz nativo de Oaxaca se hace de manera participativa con los productores, “es un trabajo conjunto entre los científicos y los sembradores”.
“Nosotros los tomamos en cuenta desde que empieza la investigación, ellos nos dicen cuáles son los mejores materiales para su uso o condiciones de manejo; les ponemos todos los materiales en un solo lugar para que los productores vean la planta y las mazorcas a fin de elegir cuáles son los mejores para su condición”, señala.
Añade que con base en esta selección que realizan los campesinos, los investigadores inician el proceso de mejoramiento genético para las características que consideran importantes o relevantes, sea para la producción del grano, forraje, calidad comercial, lo que sea.
“Estamos trabajando con varias poblaciones raciales en el estado para su mejoramiento genético, en el Istmo ya tenemos materiales muy avanzados de selección, alrededor de 15; en Valles Centrales tenemos 17 materiales muy avanzados que están a disposición de los productores; y así en diversas comunidades”.
“Aquí los maíces están asociados al desarrollo de las comunidades indígenas, hay todo un misticismo…Nosotros estamos hechos de maíz y eso nos une como mexicanos”, puntualiza.