Al iniciarse el cáncer de mama y desarrollarse un tumor, el organismo genera una respuesta inflamatoria local, discreta y gradual que rastrea a nivel molecular, explicó Eduardo Alberto García Zepeda, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La línea de investigación del doctor en Ciencias tiene el objetivo de estudiar la expresión de las proteínas citocinas y quimiocinas, así como de sus receptores, en busca de rutas bioquímicas capaces de detectar la presencia y avance del tumor.
Mediante este análisis, García Zepeda, integrante del Departamento de Inmunología del instituto universitario busca inhibir en etapas tempranas el avance de este tipo de cáncer, que se ha convertido en una de las principales causas de muerte de las mexicanas, y evitar su posterior migración o metástasis a otros sitios, generalmente al cerebro, los pulmones o los huesos.
De acuerdo con el experto, “la inflamación inicia al empezar a crecer el tumor, como una reacción del sistema inmune. En este microambiente se producen moléculas como las citocinas y las quimiocinas, entre otras, que dan señales de alarma al sistema y avisan que hay un proceso extraño, ajeno a la normalidad”.
Las quimiocinas atraen a las células del sistema inmune al sitio donde ocurre el proceso maligno, mientras que las citocinas están relacionadas con la activación celular y temporalidad del proceso.
Cada una de estas proteínas tiene un receptor en el tumor, que varía según el estadio de la enfermedad. “Dependiendo de qué receptor exprese y del microambiente de las quimiocinas, es hacia donde ocurrirá la metástasis”, detalló el científico mexicano.
Por el momento, para seguir la ruta de la inflamación y el inicio del cáncer mamario, García Zepeda estudia el proceso a nivel experimental en líneas celulares humanas, en muestras (biopsias) de pacientes y en modelos de ratones. “Así podemos probar la actividad de las proteínas y de sus receptores, además de ensayar estrategias para interrumpir el proceso”.
En un mediano plazo, el químico fármaco-biólogo planea profundizar en la relación entre inflamación y cáncer de mama, para conocer los genes que dan lugar a las proteínas relacionadas con el proceso.
En esta nueva etapa de su investigación, utilizará microarreglos genéticos, grupos de genes para realizar análisis simultáneos y combinaciones de genes y proteínas.
“Si conocemos esos genes podemos averiguar cuáles son específicos del cáncer de mama e intentar establecer una relación entre el tipo de tumor y las células inflamatorias, y así proponer herramientas terapéuticas que bloqueen el proceso del cáncer y su proliferación en etapas tempranas, que es nuestra meta final”.
En los próximos meses el investigador evaluará la expresión de genes involucrados con procesos inflamatorios en muestras de tumores primarios de pacientes en diferentes estadios de la enfermedad, así como la relación de la expresión de genes en el microambiente tumoral y en las células tumorales.
Además, también busca evaluar el tipo de infiltrado presente en cada una de las muestras tumorales y la relación de la expresión de genes con la evolución de la paciente en relación a la invasión y a la metástasis.
“La expresión diferencial de moléculas inflamatorias, citocinas, quimiocinas y sus receptores, permitirá conocer mejor los mecanismos involucrados en la invasión y metástasis órgano-específica y proponer novedosas estrategias terapéuticas”, finalizó.

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