Colima, México (5 de febrero de 2014).- Si la autopista Manzanillo-Guadalajara fuera financiada por los gobiernos esto permitiría a toda la gente viajar por la carretera nueva; sin embargo, como es concesionada, son los inversionistas y empresarios quienes más se benefician. La gente de escasos recursos pocas veces tiene la oportunidad –o el dinero– para recorrer la autopista.
En Colima al menos uno de cada tres personas es pobre. Del total de la población correspondiente a 652 mil 942 habitantes, 226 mil 700 personas tienen al menos una carencia social o no tuvieron un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidad básicas, así lo revela el más reciente estudio del Coneval titulado “Informe de Pobreza y Evaluación del estado de Colima 2012″; esto es un reflejo de que pagar los más de 300 pesos de casetas es prácticamente un lujo.
Francisco Rodríguez García, presidente del Consejo Político Estatal del PRD, reconoce que algunas obras, como la ampliación de la autopista, benefician a los que más tienen, a las oligarquías, empresarios y demás gente que tiene un sueldo que le alcanza incluso para pagar los altos peajes.
“Si calculamos la gran cantidad de personas que transitan por ahí, finalmente los que pagan el mayor peaje son los que trasladan mercancías, entonces un mayor peaje en ese sentido en una carretera aumentaría el costo de las casetas y por ende perjudicaría a empresas, pero sobre todo a los que menos tienen”, reflexiona.
El también coordinador de la fracción del partido del sol azteca en el Congreso del Estado sostiene que con los altos costos la libre movilidad de un turismo social o movilidad laboral viene a perjudicarse: Si bien sí nos da mayor seguridad y rapidez, mientras siguen privatizadas y cobrando altos peajes, sin duda alguna lejos de beneficiarnos nos perjudica.
“Quizá la gente humilde no viaja a Guadalajara por la autopista, por ejemplo, por lo que muchas de estas obras son hechas para los que más tienen. Visto en ese sentido, los beneficiarios directos son las grandes empresas transportadoras de mercancías y de bienes de otros países, son los principales beneficiados porque son los que mayor utilidad le dan y por ende los que generan el mayor desgaste a las carreteras.
Pero de alguna manera también el consumidor final de esos productos se ve beneficiado con este tipo de carreteras, añade Francisco Rodríguez, “lo que aquí me gustaría enfocarlo es que si bien te amplían una carretera de esa naturaleza te la privatizan y te siguen elevando el peaje”.
Subraya que si una carretera fuera una inversión pública para tenerla de primer mundo y no tuviera un costo a los usuarios, la obra sí nos beneficiaría de manera democrática a todos. De lo contrario, al estar concesionada incrementa los peajes de la misma, por lo que se vuelve una carretera elitista y capitalista porque beneficia más a los inversionistas y a los concesionarios.
Los altos costos de la autopista Manzanillo-Guadalajara provocan que la gente con menos recursos se vaya por la carretera libre, sobre todo la gente que no puede pagarla, “la gente humilde viaja en transporte público y en la línea foránea”. Aunque próximamente habrá cuatro casetas, actualmente son tres las casetas que se debe pasar para llegar del puerto colimense a Guadalajara: una en Acatlán de Juárez con un costo de 121 pesos, otra en Atenquique-Entronque San Marcos también con una cuota de 121, y Cuyutlán-Entroque El Mirador tiene un precio de 119 pesos. El costo total es superior a 360 pesos, para un traslado por arriba de las tres horas.