En nuestro país, de acuerdo con datos oficiales, sabemos que actualmente la edad de inicio en el consumo de alcohol oscila entre los 12 y 15 años de edad. Una señal de alarma para nuestra sociedad, ya que la mayoría de los jóvenes a esa edad se encuentran cursando la educación secundaria. Quizá la mayoría de los jóvenes que empiezan a beber a temprana edad, consideren que esto no puede ser o llegar a convertirse en un problema que vaya a incidir de forma negativa en todos los ámbitos de su vida.
¡Soy demasiado joven para ser alcohólico! Podría pensarse, y quizá eso fue lo que muchos de nosotros decíamos cuando comenzábamos a darnos cuenta de que teníamos problemas por nuestro modo de beber. En el mejor de los casos, creíamos que el alcoholismo era un mal hábito; en el peor, que era una señal de debilidad de carácter. De todos modos, era algo que asociábamos con las personas ancianas o de edad madura. Sin embargo, estábamos olvidándonos de un hecho importante:
“El alcoholismo es una enfermedad y como la mayoría de las enfermedades, males cardíacos, tuberculosis, cáncer, puede atacar a personas de cualquier edad”.
Al reconocer que se trataba de una enfermedad, a la que no éramos inmunes, tomamos individualmente una decisión: “Si no soy demasiado joven para ser alcohólico, entonces soy lo bastante grande para hacer algo al respecto”. Y lo que hicimos entonces para poder aprender más sobre alcoholismo y sobre nosotros mismos, fue ir a Alcohólicos Anónimos.
Alcoholismo es una palabra difícil de entender, sin embargo, dentro de Alcohólicos Anónimos hemos aprendido que nadie es demasiado joven (o viejo) para tener problemas con la bebida; que no importa cuánto tiempo hayamos bebido, lo que cuenta es cómo me afectaba la bebida; que el alcoholismo se desarrolla a ritmos distintos en diferentes personas: muchos de nosotros —ahora lo comprendemos— fuimos alcohólicos desde que tomamos nuestra primera copa.
También hemos aprendido que no importa que hayamos bebido poco o mucho, lo importante era: ¿Qué nos hacía la bebida? ¿Cómo afectaba nuestras vidas? Al considerar que éramos demasiado jóvenes, no nos agradaron esas preguntas. Hacían que nos sintiéramos acorralados. No estábamos dispuestos a admitir, ni siquiera en nuestro fuero interno, lo que la bebida nos estaba afectando con nuestras amistades, familia, tiempo libre y en nuestros estudios.
Vivimos en una sociedad en la que no recibimos una educación orientada a una vida sin alcohol, para “prevenir antes que lamentar”. Sin embargo, hoy sabemos que existe una solución cuando el alcohol se ha convertido en un problema: el programa de recuperación que ofrece Alcohólicos Anónimos. Pocos de nosotros sabemos exactamente qué o quién es responsable de nuestro alcoholismo. Pero sabemos exactamente quién tiene la responsabilidad de hacer algo para remediarlo. Si queremos dejar de beber, nadie puede hacerlo por nosotros. Esa tarea es nuestra. Aunque tengamos menos de 21 años de edad, podemos tener tanta responsabilidad en ese esfuerzo como cualquier persona a la que la ley considere adulta.
Algo que también nos dijeron en Alcohólicos Anónimos, es que cuando sé es joven y se ha admitido que tenemos un problema con nuestra manera de beber, ésta puede ser la oportunidad para ahorrarnos de 10 a 15 años de sufrimiento y disfrutar plenamente de esta maravillosa etapa de la vida que es la juventud.
Datos sobre alcoholismo
México: alcoholismo, sus efectos en adolescentes.
De acuerdo con datos oficiales, en nuestro país, la edad de inicio en el consumo de alcohol actualmente oscila entre los 12 y 15 años de edad.
El alcohol, que es comprado de manera legal, tiene la característica de producir adicción, ya que aparentemente tiene efectos placenteros que suelen llevar a quien lo prueba, a buscarlo reiteradamente para experimentar dichos efectos.
El alcohol o etanol es el principal componente de las bebidas alcohólicas, siendo una sustancia depresora del sistema nervioso central (cerebro) que inhibe poco a poco las funciones, afectando la capacidad de autocontrol, y produciendo al inicio euforia y desinhibición.
El alcohol es absorbido por el aparato digestivo, donde pasa a la circulación sanguínea en la que puede permanecer hasta 18 horas, y se elimina por el hígado. A los pocos minutos de haberlo ingerido, aparecen una serie de efectos cuyas manifestaciones varían según la cantidad bebida y las características de la persona. Estos efectos son: Desinhibición, euforia, relajación, aumento de la sociabilidad, dificultad para asociar ideas, y descoordinación motora.
Las personas que inician su consumo de alcohol en la adolescencia temprana, tienen cuatro veces más probabilidades de desarrollar una dependencia, a comparación de alguien que espera hasta la edad adulta para iniciar el consumo
Los adolescentes, cuando adoptan estas conductas, incrementan el porcentaje de riesgo y daño por su propia edad inmadura, al encontrarse en etapa de crecimiento y desarrollo.
Los riesgos y afectaciones del abuso en el consumo de alcohol son:
Daños individuales: estos pueden ser físicos y mentales.
Daño en el sistema gastrointestinal: pérdida del apetito, gastritis, acidez, reflujo, desnutrición (deficiencia vitamínica).
Daño hepático: cirrosis.
Daño en el vigor sexual: impotencia.
Daños mentales: psicosis, demencia, fobias, alucinaciones, delirio, depresión, pánico, cambios en el estado de ánimo, etcétera.
Daños familiares: el consumo de alcohol provoca cambios en el estado de ánimo como: enojo, rebeldía, agresión, hasta llegar a la violencia intrafamiliar.
Daños sociales como: ausencias escolares o laborales, ya que el individuo presenta bajos niveles de motivación e interés; una actitud negativa y faltas al deber; bajo rendimiento académico y problemas de disciplina. Esto puede provocar el abandono total, ya sea de la escuela o del trabajo.
Por ello es indispensable que cuente con información relacionada sobre el consumo de alcohol y los efectos de esta sustancia en el organismo.
Alcohol, jóvenes y ámbito escolar
En la actualidad asistimos a una creciente demanda de información sobre los patrones de consumo de alcohol en nuestra sociedad, por la problemática social y personal que plantea. Dentro de estos patrones adquieren una mayor importancia los asociados a las pautas de consumo de la adolescencia y juventud, que va aumentando, tanto en número de bebidas adquiridas, como en el de su graduación alcohólica.
La accesibilidad de los jóvenes a las bebidas alcohólicas es cada vez mayor, a pesar de las prohibiciones impuestas de su venta a menores. La edad media de inicio en el consumo de alcohol entre los escolares, es ya entre los 10 a 18 años.
Un 80% de las muertes registradas entre adolescentes, se deben a causas violentas y dentro de ellas, las relacionadas con drogas o alcohol representan el 50%, existiendo un mayor porcentaje de suicidios en los adictos a estas sustancias. Además, se consideran los factores familiares de gran importancia en el inicio y curso clínico de la adicción al alcohol y otras drogas, ya que hasta un tercio de los niños tienen su primera oferta de consumo de bebida alcohólica dentro del ambiente familiar, por lo que la implicación de la familia tiene gran importancia en todo programa terapéutico.
¿Por qué consumen?
La creencia más compartida entre los diferentes grupos de adolescentes y jóvenes, tiene que ver con la asociación, según su opinión, entre el consumo de alcohol y las “consecuencias positivas” que éste proporciona. Entre éstas destacan, según ellos indican, una potenciación de la actividad psico-física (alegría, euforia, superación de la timidez y retraimiento, mejoría del estado de ánimo, etc.), posibilidad de diversión e integración dentro del grupo de amigos donde la mayoría consumen.
En la medida que el alcohol proporciona a los jóvenes una serie de efectos o consecuencias positivas y el joven los interpreta como un beneficio, dichos efectos se convierten en motivos de consumo. La juventud, como regla general, no asocia el consumo de alcohol con los problemas que de él pueden derivarse; ellos esperan del alcohol cambios positivos globales (facilitador de expresividad emocional, desinhibidor y potenciador de las relaciones sociales, etc.), y a la vez no creen que dicha sustancia tenga consecuencias negativas, influyendo considerablemente en un mayor consumo durante el fin de semana, donde las relaciones interpersonales se intensifican.
Por eso anticipar los “efectos positivos” y no las verdaderas consecuencias negativas, conlleva a que se produzca un mayor consumo social.
Esta consideración positiva hacia el alcohol, hace que se considere al mismo como una droga socialmente aceptada y de amplia difusión, lo que hace que los adolescentes, en un amplio porcentaje, no valoren el alcohol como una droga y no consideren su consumo como puerta de entrada hacia la adicción a otras drogas. Sin embargo, hay varios estudios que demuestran todo lo contrario y según los cuales es muy poco frecuente el uso de cocaína o heroína, sin haber consumido anteriormente tabaco, alcohol o cannabis.
En resumen, los motivos principales que el mundo adolescente o juvenil usa para explicar el consumo de bebidas alcohólicas son:
Es un modo de “ponerse alegre”, “alcanzar el punto”.
Forma de búsqueda de afiliación, con imitación de conductas, con consumo que a veces se impone desde el propio grupo de amigos en el que se participa.
Presión social, a veces producida desde la publicidad.
Desinhibición, superación de la vergüenza.
El consumo actuaría como un modelo de imitación y expresividad de la edad adulta. En el ámbito escolar, está ocurriendo un fenómeno en donde se facilita, se presiona a los jóvenes, siendo éste uno de los principales lugares donde se lleva a cabo el consumo de alcohol. Es muy común el consumo fuera y en los alrededores de la escuela, las pintas para dedicarse a consumir alcohol, incluso el consumo existe dentro de las instalaciones de las escuelas, incrementándose además el consumo en mujeres adolescentes.
Las escuelas representan un importante factor protector, pero en algunas circunstancias puede convertirse en un factor de riesgo, sobre todo en aquellas que no cuenten con un programa integral que apoye a los alumnos en problemas académicos, familiares, sociales, etcétera.
En las escuelas se necesitan programas escolares que motiven a sus alumnos a fin de mejorar rendimiento escolar, adherencia a los programas académicos, actividades deportivas, culturales, recreativas. Pero sobre todo, la involucración de los maestros como adultos y profesionales que funjan como estructuras de contención que trabajen en red, y que promuevan estilos de vida saludables.
Es vital que en las escuelas exista coordinación con los grupos de Alcohólicos Anónimos de la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos, A.C., con instancias profesionales, con los padres de familia, a fin de reforzar de manera permanente la prevención que permita propiciar ambientes sanos.
Fraternalmente,
Lic. Consuelo Martínez Mosqueda
Personal de base, Centros de Integración Juvenil (CIJ)