Colima, México. Avanzada (9 de abril de 2014).- Así como a un hombre heterosexual le puede excitar ver a una mujer en ropa interior o incluso caminando por la calle con algunos ademanes provocativos, a los pederastas también puede causarles excitación el ver a niñas o niños en ropa interior, advierte el psicólogo de la Clínica No. 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Colima, José Porfirio Carmona Santiago; al advertir que “no hay un pensamiento único”.
En entrevista con Avanzada, el psicoterapeuta explica que la pederastia no es precisamente una enfermedad -no se cura con medicamentos-, sino un trastorno que requiere tratamiento tanto psicoterapéutico como psiquiátrico para que la persona pueda entender las motivaciones que originan este tipo de atracción y en su momento hagan conciencia, mirar cómo está prohibido y aprender a visualizar cosas de una manera diferente.
Reconoce que es importante que se les imponga una penalización por cometer abuso contra infantes porque si no sería como aceptar que es correcto, que existe el permiso abierto; pero esta situación también es cultural, anota, como en la cultura antigua de los griegos donde la pederastia era parte de las relaciones sociales comunes.
PUBLICIDAD INDUCE AL DELITO
Es interesante cómo hay hasta comercialmente una serie de provocaciones de este tipo, que han incitado las atracciones con gente sumamente joven, expone José Carmona al subrayar que hay muchas imágenes donde se están metiendo productos donde aparecen gente sumamente joven, adolescentes prácticamente, y algunos son niños de 10, 12, 14 años.
La publicidad influye en esto, agrega, como en su momento lo hizo, por ejemplo, la publicidad para el consumo de los cigarros que vendía Marlboro con la imagen viril del vaquero, “así nos van vendiendo ciertas imágenes de los prototipos de lo que supuestamente es la condición de la belleza”.
Recuerda que en los año sesentas la belleza de las mujeres eran “más llenitas”, cuando hoy en día la belleza son mujeres extremadamente delgadas, “todo esto va cambiando básicamente porque se nos van vendiendo las imágenes de la belleza, del cómo debe ser, y hoy en día lamentablemente se ha estado vendiendo que la belleza tiene mucho que ver con cuerpos infantilizados”.
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Por otro lado el psicoterapeuta mantiene que cuando cae un pederasta a la cárcel se tiene que aplicar una política pública para que sea atendido y no siga cometiendo después este delito, porque aunque el trastorno no es curable sí puede ser tratado.
PERFIL PSICOLÓGICO DEL PEDERASTA
Estas personas tienen en su vida alteraciones de conducta muy importantes y muchas de éstas son en etapas infantiles, pondera el psicólogo del IMSS, se ha podido reconocer que la gran mayoría de los pederastas fueron objeto en muchas ocasiones de abuso sexual cuando fueron menores y al crecer hay una fijación en esta condición y suele haber una repetición de estos hechos como una forma aprendida y de proyectar ser el perpetrador.
Los pederastas no sólo son hombres, también hay mujeres, indica. Hay que entender que los pederastas encuentran su condición sexual de su satisfacción a través de tener relaciones sexuales con niños y es probable que están en ese reflejo de poder. Sin embargo, son conscientes de que están cometiendo un delito, porque estamos hablando de adultos, “aún a pesar de que el propio niño sea quien lo proponga, porque la condición de un menor no se puede comparar con la de un adulto”.
“Y si para un niño en ese momento pudo haber sido un juego, que casi siempre la repercusión de estos menores víctimas no es inmediata, viene más adelante; cuando crecemos y tomamos conciencia de los actos entra la culpa y el remordimiento. De todos modos la consecuencia suele ser una condición culpógena por nuestra cultura”, señala José Porfirio Carmona Santiago.
No obstante, a veces lo que no tiene plena conciencia es cuáles son las razones que lo llevan a hacer eso, “pero aún cuando saben que está prohibido, es difícil detenerse para hacer este tipo de acciones porque el placer que recibe de ello es muy alto. Es como los farmacodependientes, saben que les hace daño pero están dispuestos a pagar el daño”, concluye.
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