Colima, México. Avanzada (06 mayo 2014).- Para conseguir la alternancia del poder en la gubernatura del estado de Colima, la oposición debe, quiera o no, minar el voto duro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), así como debilitar la estructura electoral del mismo, de lo contrario jamás conseguirá arrebatarle el triunfo que durante más de sesenta años ha obtenido el partido tricolor, según se desprende del análisis “La alternancia en Colima, ¿posible?”, elaborado por la empresa Consultores en Administración y Políticas Públicas (Capp).
Entrevistado por Avanzada a propósito de este documento, el director de Capp, Abel Palomera Meza, contextualizó que como empresa se enfocaron a responder lo que consideraron una de las preguntas —si no es que la única—, más importante del próximo proceso electoral en junio del 2015, cuando se cambiarán las posiciones públicas del estado de Colima.
Recordó que la alternancia solamente ha ocurrido en cuanto a las diputaciones locales y federales así como en senadurías y presidencias municipales, pero la gubernatura ha pertenecido al PRI por más de seis décadas y por tanto, aseveró, será defendida por los priistas contra cualquier cosa.
Ante ello fue que surgió la pregunta: ¿Es posible? Abel Palomera comentó que el análisis en cuestión revisó los procesos electorales anteriores para detectar las variables históricas que fueron determinantes o relevantes y que pudieran llevar a la posibilidad de conseguir la alternancia.
AUSENCIA DE VARIABLES HISTÓRICAS PROYECTAN IMPOSIBILIDAD DE GANARLE AL PRI
Primera variable: Electores disruptivos.
Fue así que detectaron dos variables, entendidas como herramientas utilizadas por los partidos políticos para ganar o permanecer. La primera de ella son los nuevos electores en el estado: “No son considerados como una minoría sino como cierta cantidad de electores que existen en un proceso electoral y que no existieron en el anterior, que entran de manera disruptiva; es decir entran a cambiar por completo las reglas del juego político electoral”.
Relató que esto ha sucedido nada más en dos ocasiones: “1997, cuando compitieron Fernando Moreno Peña y Enrique Michel Ruiz por PRI y PAN respectivamente, se introdujeron aproximadamente 70 mil nuevos electores que cambiaron por completo el juego; mientras que en el proceso electoral anterior el PRI obtuvo 80 mil votos y el PAN 16 mil —una distancia enorme—, en 1997 la situación se equilibró, el PRI ya no ganó de manera avasalladora”.
El mismo fenómeno ocurrió en 2009: “Las posibilidades del PAN fueron bastante grandes para llegar a la gubernatura del estado, sin embargo la distribución de esos nuevos electores no se fueron todos con el PAN, también hubo una gran cantidad que se fueron con el PRI”.
Esta variable histórica, concluye Abel Palomera, es sumamente importante en Colima y sería determinante, pero actualmente no estará presente, pues antes que la existencia de nuevos electores “disruptivos” se espera que incluso disminuya el electorado.
Segunda variable. El voto perredista.
La segunda variable histórica detectada por el análisis de Capp consiste en los votos perredistas. En su momento fueron una cantidad importante y sumados a otro partido podían cambiar la contienda: “PAN y PRD, unidos conformaban una competencia real ante el PRI. Estos mecanismos han sido usados en otros estados de la república y han funcionado; es decir, han triunfado quitándole poderío o hegemonía al PRI, logrando la alternancia”.
La empresa consultora, al analizar con detenimiento, comprobó que hasta el año 2005, “desde el inicio de su participación como partido político en Colima el PRD se identificó por tener 35 mil votantes. Lo cual Acción Nacional tomó en cuenta para acortar la distancia con el PRI y obtener competitividad electoral”.
Pero el resultado de las elecciones es conocido por todos: “No les alcanzó, no fue definitivo y finalmente por utilizar esos mecanismos el análisis apunta que el voto perredista disminuyó. Actualmente si uno revisa los resultados electorales de las pasadas elecciones, se le atribuyen al PRD solo 4 mil votantes, de los 35 mil que llegó a proyectar”.
Por tanto, esta variable histórica tampoco puede ser determinante. Ya no es posible que se introduzca como algo relevante para crear capacidades competitivas para el PAN con miras a ganar la gubernatura.
En conclusión, las variables históricas al menos en el próximo proceso electoral no pueden ser utilizadas y aunque se pudiera simplemente en Colima no garantizan más que acercarse competitivamente al PRI.
LA DUREZA DEL PRI FRENTE A OTROS PARTIDOS
El equipo de la empresa Consultores en Administración y Políticas Públicas, al observar que estas dos variables históricas están descartadas al menos en la coyuntura actual, buscaron otras. Se enfocaron a realizar análisis de otros datos públicos, específicamente del Instituto Electoral del Estado. Definieron entonces tres variables identificadas como voto duro, voto máximo y voto mínimo, tanto del PAN como del PRI. Por sí solos o coaligados.
La realidad les permitió llegar a conclusiones positivas, a saber: El hecho de que haya existido una elección ordinaria y otra extraordinaria en el 2003, permitió hacer una comparación clara del comportamiento y por tanto llegar a conclusiones que no habrían sido posibles si el escenario anterior no se hubiese presentado.
El voto duro, mínimo y máximo.
El voto duro, explicó el analista Abel Palomera, permite identificar el número de personas que votan por un partido independientemente de quien sea el candidato y de sus características particulares, sin tomar en cuenta lo que ha hecho o dejado de hacer.
“Los datos arrojan que ha estado inmutable, es constante para el PRI, es decir, ni disminuye, ni aumenta y representa el 41.5 de los votos favorables. En tanto que para el PAN, que había tenido un voto duro estable, aumentó de forma escandalosa entre 1997 y 2003”.
El voto máximo, continuó, está representado por la votación mayor alcanzada y es importante porque refleja el mayor esfuerzo de un partido en términos de unión política, cantidad de recursos asignados, del peso político que tienen sus actores, de estructura; es decir, es el máximo alcanzado por los partidos en el estado de Colima.
Y finalmente el voto mínimo es la caída electoral más significativa de los partidos, representa el peor nivel.
Por voto duro, detalló, se entiende no solo a las personas que tienen preferencia por el PRI, que se identifican ideológica, moral o de cualquier otra forma, es decir, que no se identifican con ningún otro partido, básicamente, que jamás se irían con otra asociación política.
Está formado también por aquellos que el tricolor tiene cautivos en términos de beneficios económicos, sociales, políticos y poder. Siempre votarán por el PRI. Se añaden asimismo los que tienen una inercia histórica de voto al Revolucionario Institucional, como son los burócratas, el magisterio, los sindicatos y etcétera, aunque sin generalizar.
La ineficacia de la coalición y el candidato “perfecto”.
Según el director de Capp, al hacer la comparación entre el PRI y el PAN, observan que aunque el blanquiazul muestra cierta elasticidad entre su voto duro y máximo, tiene una gran distancia entre el duro y el mínimo.
En cambio, en el PRI hay una distancia mucho mayor que la del PAN entre su voto duro y máximo. “Lo cual significa que el PRI conservando su voto duro tiene capacidad de crecer votantes y es un comportamiento que en Colima tiene esa particularidad y eso le permite que no importando el esfuerzo del PAN, el tricolor puede aumentar sus votantes, no se confía”.
La estructura que poseen los priistas es tan eficaz, añade, que no importando que el PAN genere una coalición o candidatura común, “o elija un candidato perfecto, ni que se tengan recursos económicos suficientes para emprender una campaña de alto nivel, ni importando que ese partido político tenga una cohesión deseable, nada de esto a final de cuentas le alcanza para vencer al PRI”.
ATACAR VARIABLES DEL PRI, ESTRATEGIA INDISPENSABLE PARA LA ALTERNANCIA
“Concluimos que hay dos razones por las cuales no es posible la alternancia, la primera es que el voto duro del PRI es de 41.5 y es constante y el voto máximo del PAN en términos de porcentaje no alcanza al voto duro del PRI, aunque se acerca, no lo rebasa.
“Esto lleva a la segunda conclusión: que estructuralmente, es decir, que hay características en Colima que si no cambian el resultado será el mismo”.
El voto duro del PRI es muy cohesionado y muy alto. Es quizá la principal conclusión del análisis.
Abel Palomera aclaró que su análisis no está sesgado hacia partido alguno. Capp, indicó, tiene cinco años elaborando análisis con métodos rigurosos y con carácter neutral y objetivo, con el propósito de generar conocimientos que sirvan a las personas para tomar sus propias decisiones.
Por ello, apuntó que para aquellos que desean la alternancia política en Colima tendrían que tomar en cuenta las conclusiones del mismo y a partir de ahí elaborar su estrategia electoral.
Refirió que los partidos de oposición no deberían pasar por alto las observaciones de las variables presentadas, aunque aceptó que hacen falta todavía más estudios para detectar variables mucho más específicas.
La estrategia general para la oposición.
Sin embargo, el analista adelantó que desde su punto de vista, como estrategia general los partidos que deseen la alternancia a partir de este estudio tendrían muy claro que en primer lugar se deben avocar a minar el voto duro del PRI, pues de lo contrario no les va a alcanzar el esfuerzo para ganar y el resultado será el mismo que en todos los procesos electorales anteriores: “acercarse, estar a punto, pero jamás ganar”.
Este voto duro es una de las cuestiones que el PRI se dedica a cuidar mucho y este estudio refuerza las razones por las cuales otorga gran importancia en proteger “con todo el recelo del mundo, con la mayor capacidad que pueda tener y en eso se concentra todo el tiempo”.
Y por tanto, “cuando se habla de minar no significa que puedes llegar y llevártelos, sino ir poco a poco picando piedra, desmenuzando y deshaciendo el voto duro”.
En segundo término, abundó, deberían caminar hacia el debilitamiento de la estructura electoral del PRI. Estos dos puntos constituirían la estrategia general del candidato a la gubernatura de Colima o de un partido político que desee ganar.
Debilitar la estructura se refiere a los comités estatales, municipales y seccionales e incluso organizaciones o sectores adheridos al PRI, esa es la estructura que le permite obtener la preferencia de votos y trasladar a esos electores a que voten el día de las elecciones, pues no se conforman con la intención del voto. “La estructura es extraordinaria y cada vez el PRI la renueva, la afina, la aceita está muy bien formada”.
“Por eso convence a la gente. Está un comité municipal entregando despensas y por allá un comité seccional informando lo que la gente está pidiendo. Por lo tanto, si los partidos competidores no son capaces de debilitar tan eficaz estructura, el PRI terminará gobernando.
“No se trata de algo mágico, son hechos concretos”, finalizó.
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