**En sólo tres meses Colima reporta al menos dos suicidios de agentes, uno de ellos era mujer; este sábado hubo otro intento **Las trágicas historias se repiten en el país y el mundo.

Colima, México (22 de julio de 2013).- Este sábado pasado un elemento de la Policía Estatal Preventiva intentó quitarse la vida consumiendo veneno para ratas en el interior de su vivienda. Según la prensa local, el sujeto, de nombre Ricardo, ingirió la sustancia tóxica sin hacerle reacción en un primer momento; sin embargo, al llegar a su trabajo empezó a sentirse mal.
Luego de que sus compañeros lo auxiliaran, el agente les confesó que había intentado suicidarse con veneno, por lo que enseguida lo trasladaron a bordo de una patrulla a la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Colima.
Por el momento no hay más información al respecto. Las autoridades se mantienen herméticas. No obstante, intentos y hechos consumados de suicidios se han reportado durante los últimos meses tanto en el estado como en el país.
En lo local destacan dos casos ocurridos en menos de tres meses:
El primero se dio el viernes 5 de abril de este año, cuando una mujer de la Policía Estatal Preventiva (PEP) se privó de la vida en las instalaciones de la corporación.
El incidente fue confirmado por el coordinador general de Seguridad Pública en el estado, Félix Humberto Vuelvas Aguilar, quien expuso que todo ocurrió alrededor de las 18:20 horas, en el sanitario para damas de la corporación, “y aunque de inmediato se le brindaron los primeros auxilios debido a la lesión producida perdió la vida momentos después”, precisó.
A más de tres meses, aún no se ha dado a conocer la causa que llevó a la agente a disparase en la cabeza con un arma de fuego. Trascendió que la finada es la agente Patricia Medina Morgan, de 30 años, quien presentó una herida en el cráneo con orificio de salida. Tenía alrededor de 8 años trabajando en la Policía Estatal y desde hace varios meses fue incorporada a la Policía Estatal Acreditable.
Exactamente dos meses después, y justo el día de su cumpleaños, el ex agente estatal Ramón Pérez Bejarano se quitó la vida el miércoles 05 de junio. El columnista Abel González Sánchez publicó en el Diario de Colima que el motivo se dio ante su situación precaria luego de haber sido despedido por el gobierno de Mario Anguiano Moreno.
Luego de 19 años de servicio, el hombre fue dado de baja de la corporación policiaca, “lo que le provocó una gradual depresión psicológica al verse frustrado por no encontrar otro empleo fijo para sostener los estudios profesionales de sus dos hijas, tomando la peor decisión de suicidarse”.
Sus hijas, huérfanas de madre hace 5 años, y ahora de su padre también -relata el texto-, “le habían acondicionado la habitación a su papá, por motivo de su cumpleaños, con mensajes de felicitación para reanimarlo, ya que lo vieron muy deprimido por su infructuosa lucha para recuperar su trabajo, ya que le cerraron las puertas gubernamentales al intentarlo varias veces; al final, acudió a instancias legales particulares sin solución alguna, por lo que decidió mejor quitarse la vida”.
Ramón Pérez ingresó como servidor público a los 23 años de edad y escogió su cumpleaños como el día de su muerte, cumplía 42 años. La mitad de su vida prácticamente la ocupó en su empleo en el gobierno. Su trabajo lo sostenía a base de esfuerzo y dedicación, no por recomendación ni influencias, por ser de familia humilde; acumuló diplomas y reconocimientos que le dieron y que tienen guardados hoy su familia; inclusive las autoridades le habían asegurado aumentar su sueldo si estudiaba el bachillerato, que lo terminó hace poco más de un año para mejorar; “pero de nada le sirvió”, lamentó Abel González.
El culpable del despido, reflexiona, fue el famoso aparato llamado detector de mentiras o polígrafo que les aplican a quienes laboran en áreas de la policía de los diferentes niveles, “que aunque no está científicamente comprobado para medir el grado de confianza de los elementos policíacos, ni normado legalmente, lo usan aquí y en todo el país por razones de control interno por diferentes motivos, pero lo arbitrario es que a los que no lo pasan, sólo les dicen verbalmente que lo reprobaron sin registro documental, dejándolos en pleno estado de indefensión, pues era incongruente que si había sido distinguido constantemente como el policía del mes, inclusive del año, y estudiaba su bachillerato, era porque deseaba progresar. ¿Cuál será la garantía y seguridad laboral de los policías no pueden tampoco reubicarlos?”.

ECO EN EL PAÍS

Esta ola de suicidios entre agentes policiacos no es exclusivo de Colima, a lo largo y ancho del país se repiten historias lamentables, como es el caso del gente patrullero de la Policía Municipal de Tijuana, sección turística, Hugo García Aguilar, quien con su propia arma de cargo se dio un balazo en la cabeza.
Los hechos se dieron el sábado 29 de junio por la mañana. Se presume que el joven discutió con su esposa antes de quitarse la vida en su domicilio.
Contaba con más de dos años en la corporación, y se preparaba para irse a trabajar en su turno en la Sección Turística.
Según versión que dieron algunos vecinos a la prensa de la ciudad del norte, se pudo saber que poco antes de las 09:00 horas, es decir momentos después de que el agente había pasado su lista de orden de servicio por sus superiores a las 08:00 horas, llegó a este lugar donde vive la joven con la que tenía vida marital y ahí duró algunos minutos tocándole la puerta.
Indican los vecinos que así transcurrieron algunos momentos ya que él le pedía que regresara, le perdonara, sin embargo su pareja sentimental le contestaba que se fuera que ya no era posible estar juntos, que todo había terminado entre ellos. Fue en esos momentos cuando escucharon una detonación de arma de fuego, por lo que salieron a ver y encontraron ahí tirado sobre las escaleras el cuerpo ensangrentado del agente policiaco.
Antes, a principios de mayo, un policía de la Ciudad de México sintió que sus oportunidades se habían escapado y prefirió morir, dejando una carta en donde decía “Lo siento pero ya no puedo”.
El policía preventivo se dio un balazo en la sien derecha cuando se encontraba a bordo de su patrulla frente al cuartel ubicado en la Unidad San Juan de Aragón primera sección, en la delegación Gustavo A. Madero. Alejandro Rosales Rodríguez murió esa noche de domingo en el Hospital Mocel donde nada pudieron hacer para salvarle la vida. Tenía 24 años de edad estaba adscrito al sector Cuchilla de la Secretaría de Seguridad Pública local.
Ese día, a las 18:10 horas, sus compañeros escucharon un balazo, de inmediato salieron y lo encontraron sangrando de la cabeza en el asiento del conductor de su automóvil, un Chrysler Spirit, negro con placas 232 UFE.
Rosales Rodríguez era soltero y vivía con sus padres. Sus compañeros coincidieron en mencionar que era bastante tranquilo. En el asiento trasero del automóvil encontraron su arma de cargo, mientras que en el asiento del copiloto fue hallado un recado que decía:
“Lo siento pero ya no puedo. Mamá y los demás cuídense mucho que yo los estaré cuidando je, je, je. Te amo mucho mamá: papá: Adri: María del Carmen: Adriana: en fin.”
En abril, otro elemento se suicidó tras atropellar a dos por persecución. Reyes Castellanos, Policía de Tránsito de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, perdió el control de su patrulla y se estrelló contra un puesto de jugos. Ahí arrolló a dos hombres uno de los cuales perdió la vida y el otro quedó lesionado.
De acuerdo con las indagatorias hechas por la procuraduría capitalina, los elementos Carlos Reyes Castellanos y su compañero David Cortés Mora perseguían a un taxista que se pasó un alto y no se detuvo. Cuando Carlos se dio cuenta de que había matado a una persona y herido a otra, se sintió más desesperado debido a que vecinos, familiares y testigos de los hechos comenzaron a rodear la patrulla para tratar de lincharlos. No soportó la presión, sacó su arma de cargo y se disparó en la cabeza al ver que algunos de los vecinos comenzaron a filmarlo con sus teléfonos celulares.

ALREDEDOR DEL MUNDO

Los hechos se repiten en el orbe. Recientemente, el 5 de julio pasado, un patrullero de la Policía Nacional en Colombia decidió matar a su hijo de solo 5 años de edad y luego se suicidó para vengarse de su esposa, con quien aparentemente había discutido, según un mensaje que dejó previamente en Facebook.
El agente Mauricio Pico Meldivieso se desempeñaba como escolta del alcalde, viajó llevando a su pequeño hijo a Pasto a bordo del vehículo oficial del burgomaestre. En la capital nariñense se hospedó en un motel, donde, con su arma de dotación le pegó un tiro al niño y luego se autoeliminó de forma similar.
Tras conocerse el hecho, los investigadores encontraron un mensaje del uniformado en Facebook, dirigido a su esposa, en el cual detalló las causas de su fatal determinación: “Somos dos angelitos y estaremos en el cielo descansando. Gracias caro pero te voy a condenar a muerte en vida y me llevo lo más preciado para ti”, escribió el policía en Facebook.
También en Sudamérica, en Bagua (Amazonas), un policía proveniente de Lima, Perú, se quitó la vida al disparase en la boca con su arma. Se trató del suboficial de tercera, Cristian Pérez Huamaní, quien según investigaciones preliminares, habría decidido acabar con su vida por problemas familiares.
Al ver dicha escena, su padre trató de quitarse la vida arrojándose en las guas del río Utcubamba; no obstante, fue rescatado por moradores. El suboficial había salido hace dos años y medio de la escuela de policías de la provincia de Utcubamba y prestaba servicios en esta zona.
Hugo Müller Solón, abogado, investigador Asociado del Taller de Asuntos Públicos/Perú, escribe en su texto “Policías Suicidas”: los policías también son seres humanos y su salud debe ser un tema prioritario para la Institución Policial. Una crisis emotiva parece ser el móvil, pero no sabemos sus causas, celos, problemas familiares, enfermedad, depresión, inestabilidad de la vida familiar, el estrés laboral, la vulneración de sus derechos, sus bajas remuneraciones, el maltrato de sus superiores, no lo sabemos.

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