Colima, México. Avanzada (08 abril 2014).- Luego de la decisión presidencial para sustituir a todos los directores de las API por personal de la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar), comenzando por las terminales portuarias de Manzanillo y Ensenada, el historiador Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez opinó que esta acción deberá verse “con muchas reservas”.
A pesar de que en su mayoría los actores políticos respaldaron esta determinación por la coyuntura de la infiltración del crimen organizado en todas las esferas de poder y que por tanto los marinos van a poder combatir el tráfico de mercancías ilegales y tener un mejor control, el intelectual colimense aseveró que: “Implícitamente se está reconociendo que los civiles son incapaces de hacer bien esa labor”.
En ese sentido sostiene que es preocupante que en el sistema mexicano “pretendidamente democrático”, los militares empiecen a tomar cada vez más protagonismo en todas las funciones de la vida pública.
Su postura ante el argumento del cambio de directores civiles por militares es escéptica, pues sostiene que si las API no funcionaban antes: “Qué garantía tenemos de que van a funcionar ahora, porque hasta donde entiendo las labores de la Semar no están precisamente enfocadas a lo que es el manejo de las aduanas portuarias, habría que preguntarnos si se estuvieron capacitando en secreto por meses”.
Planteó para defender su argumento, la experiencia histórica: “Está más que probado en América Latina, los regímenes militares que hubo en Argentina, Brasil y Uruguay, fueron de lo más oprobiosos y representativos. En su momento terminaron justamente porque la conducción de la economía fracasó. Traspasaron nuevamente el poder a los civiles porque no podían manejar las crisis económicas, salvo el caso de Chile, con Pinochet, donde se implementó de la manera más cruda el esquema neoliberal, con todo el apoyo de economistas de la escuela de Chicago, de Estados Unidos, que estaban haciendo un experimento económico en Chile, pero en Brasil y Argentina fue un fracaso”.
Por lo tanto, asevera que esta medida es algo “aventurado”, puesto que es completamente distinto la capacidad militar para enfrentar “en un momento dado y en situaciones extraordinarias la delincuencia organizada en un país”, a que puedan los militares resolver todo tipo de problemas, especialmente rubros fuera de la competencia para la que fueron formados, tal y como es el manejo administrativo de los puertos.
TEORÍA DEL SHOCK
El historiador Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez observa que la sociedad y los actores políticos en general toman la decisión de Peña Nieto con “naturalidad”, lo cual es preocupante, dijo, porque aparentemente no causa inquietud sino que es aceptado como algo necesario y que no merece ninguna crítica o análisis.
Recordó la “doctrina del shock”, libro de la periodista canadiense Naomi Klein, quien plantea que desde el poder aprovechan el impacto psicológico causado por contingencias, tales como desastres naturales, y que ante la conmoción y confusión en la sociedad se llevan a cabo reformas impopulares:
“Se da un golpe que no da tiempo de reaccionar y ya te dijeron que tiene que ser así, que es lo mejor. Ocurrió cuando la crisis de la influenza. El Estado toma medidas drásticas y los ciudadanos dicen ‘bueno, es que no hay más que hacer’, y en realidad están renunciando a una serie de libertades y de prerrogativas en aras de una emergencia, que luego se puede quedar como permanente o prolongarse. Y entonces, en este caso, como está el problema del narcotráfico y del crimen organizado, pues de buenas a primeras se presenta esta situación y nadie lo cuestiona”.
Fuera de la teoría del shock no hay explicación para el historiador colimense. Apunta que la interrogante quedará: “¿Hay incapacidad, una confabulación, o por qué? No hay una explicación, la interrogante queda”.
Ya sea incapacidad o confabulación, ambas cuestiones son alarmantes, pues afirma que si es por la primera razón, “como que tardaron mucho tiempo en darse cuenta; si es por confabulación, pues peor tantito, porque es admitir que el personal que dirigía las API estaba coludido con el crimen organizado”.
El PELIGRO DE LA MILITARIZACIÓN
En la historia reciente de México, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, relató Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez, historiador colimense, el aumento de los secuestros, de los asaltos y del narcotráfico provocó cierto debate nacional en cuanto a la conveniencia de utilizar a los militares, de sacarlos a la calle a combatir. “Hubo voces que dijeron: ‘cuidado, porque es muy fácil sacarlos y después es muy difícil que se regresen tranquilamente a los cuarteles; se van a empezar a involucran en labores que no son propiamente de su competencia, esto va a generar problemas y luego, al ampliar ese margen de acción al que tenían, pues va a ser complicado que regresen al estatus anterior’.
El riesgo se hizo concreto cuando Felipe Calderón comenzó la guerra contra el narco. Se usó a los militares como policías y los abusos se hicieron presentes, así como las quejas por violación a los derechos humanos se incrementaron.
“Y ahora, ya este otro tipo de labores que son de tipo no solo de vigilancia sino de administración, entonces lo veo con reservas y preocupación, habría por lo menos que pedir explicaciones, no podemos con este tipo de cosas que son tan graves y drásticas, quedarnos así, sin chistar, sin preguntar por lo menos”, finalizó.
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