La rectoría de la Universidad de Colima pretende utilizar la obra y semblanza de Humberto Silva Ochoa para justificar sus errores y pecados. Vayamos por partes. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) aprobó por unanimidad el punto de acuerdo propuesto por el rector de la Universidad de Colima, José Eduardo Hernández Nava, para realizar un homenaje al ex rector, Humberto Silva Ochoa, en 2014.
José Eduardo Hernández Nava justificó su propuesta diciendo: “sería prolifero reunir en un texto de la ANUIES la obra, la lucha de Humberto Silva Ochoa, para lo más altos fines y valores de la educación superior en el contexto de las universidades públicas de la provincia mexicana. Una obra que por cierto, ya llevamos avanzada”
Sin duda, la ANUIES y José Eduardo Hernández Nava, trabajarán muy de cerca para elaborar un texto oficial sobre la obra, semblanza e influencia de Humberto Silva Ochoa en el desarrollo de la Universidad de Colima. La propuesta de José Eduardo Hernández Nava, en el contenido del texto, parece estar ya definida cuando anunció: “sería prolifero e interesante cuando nos referimos a sus años de juventud, cuando participa en las luchas por la creación de la Federación de Estudiantes Colimenses en 1955, y desde ahí impulsa la creación de la primera ley Orgánica de la institución incorporando los postulados elementales que la dotan de autonomía; o ya como rector, cuando impulsa la segunda Ley Orgánica y llama a la conformación del Sindicato Único de Trabajadores de la Universidad de Colima”
Humberto Silva Ochoa fue rector de la Universidad de Colima de octubre de 1979 a enero de 1989, se le atribuyen a su rectorado, entre otras cosas, el haber desconcentrado las dependencias universitarias, la creación de delegaciones regionales y las coordinaciones y direcciones generales. No debemos de perder de vista que el contexto que vivía Colima y el país en esos años, permitía un manejo y administración de la Universidad de Colima bajo un control absoluto del rector, situación claramente atribuida por la Ley Orgánica vigente publicada 1980 donde al rector se le considera el “jefe nato”.
Sin reducir méritos a la obra de Humberto Silva Ochoa, es evidente que la situación actual de la universidad y el país han cambiado. Los objetivos, proyectos y deseos de su refundador sobre nuestra institución, al paso de los rectorados que le precedieron, fueron cambiando notablemente. Se rescata que la universidad siguió creciendo; sin embargo, se consolidó un grupo de funcionarios universitarios que favorecieron la corrupción universitaria, el tráfico de influencias, el nepotismo, la falta de transparencia, el mal manejo de los recursos propios de la institución, el deterioro académico, el hacinamiento de los estudiantes en aulas y laboratorios, el crecimiento desmedido del aparato administrativo universitario, la falta de presupuesto oportuno en bachilleratos, escuelas, facultades y centros de investigación para cubrir sus necesidades básicas de operación, el cobro de altas cuotas de inscripción y aranceles a los estudiantes dándoles servicios deficientes, el creciente interés de la universidad hacia grupos políticos unipartidistas con apoyos logísticos y en especie. Y sin dejar de mencionar, la actual crisis entre la rectoría y el Sindicato, con alcances y repercusiones nacionales, sobre el mal manejo administrativo del Fondo Social de Apoyo al Pensionado (FOSAP) por parte de la rectoría al negarse a cumplir los acuerdos firmados que marcarían el inicio de un proceso transparente en el FOSAP.
Con la categoría de “jefe nato” para los rectores, más el bajo perfil de algunos de sus colaboradores cercanos, se ha propiciado, además de lo ya señalado, la compra injustificada de bienes inmuebles, la destrucción de campos de cultivo, la imposición de sorteos, el pago en especie para acreditar el servicio social universitario, el manejo discrecional de la nomina, la falta de transparencia en los ingresos propios, el hostigamiento laboral y la discriminación de género; hasta llegar, a la creación de la unidad de proyectos especiales para realizar tareas de hostigamiento, acoso laboral, descalificación del personal académico e implementar acciones de terrorismo y división sindical con la complicidad de la oficina de recursos humanos. Ambas entidades, con la complacencia de la rectoría, buscan mediante la imposición de la cultura del miedo en la comunidad universitaria, mantener el control de la institución para beneficio del grupo pequeño de funcionarios y ex funcionarios que mantienen intereses creados al interior y exterior de la universidad de Colima.
Entre otros errores cometidos, encontramos el famoso proyecto académico-administrativo propuesto por el exrector, Miguel Ángel Aguayo López, con alcances para el 2030, proyecto que en la práctica esta desarticulado y en proceso de olvido. Sólo sirvió para engrosar las filas de la administración universitaria y dejar en completo estado de indefensión al personal académico con los programas impuestos. En la práctica, desde el punto de vista académico operacional, algunas escuelas y facultades, trabajan bajo un sistema de simulación ante las incongruencias de las imposiciones de las autoridades universitarias.
Por lo anterior, me resulta poco gratificante para la obra y semblanza del exrector, Humberto Silva Ochoa, que la rectoría pretenda utilizarlo para justificar sus errores y pecados; tratando de insinuar una unidad y armonía que no existe en un amplio sector de la universidad de Colima.
Por su parte, Humberto Silva Ochoa, tendrá nuevamente la oportunidad histórica para señalar en el texto que publicará la ANUIES en 2014, o bien, en cualquier otro medio de comunicación, los urgentes nuevos rumbos administrativos, financieros y académicos que debe seguir la universidad de Colima para que se retomen los principios y orígenes de la refundación de la institución que le tocó iniciar en 1989.
Con el acercamiento y estimación que le tengo a Humberto Silva Ochoa me quedo con las preguntas siguientes:
¿Permitirá que se use su obra y semblanza para justificar errores y pecados de los exrectores?
¿Tendrá Humberto Silva Ochoa el valor para exigirle al rector la promulgación de una nueva ley Orgánica ante la ANUIES?
¿Tendrá el valor para señalar que la composición actual del Consejo Universitario, resulta en nuestros días, inoperante, antidemocrático y sirve únicamente para los intereses del grupo que controla la universidad?
¿Entrará al juego mediático para simular unidad y armonía en la universidad de Colima al aceptar el reconocimiento de la ANUIES?
¿Tendrá el valor para defender el FOSAP como lo hacía en años recientes?