Colima, México (15 de agosto de 2013).- Desde la Psicología, los políticos suelen ser egocéntricos. Se dice desde esta ciencia que tanto ellos, como cualquier persona que requiere del reconocimiento de los demás, “tuvieron una carencia de papá muy fuerte, entonces buscan el reconocimiento”, expone Susana Selene Quintana Carrillo, especialista en la conducta y los procesos mentales de los individuos.
No es que estas personas estén buscando el reconocimiento de la gente, explica, “sino el reconocimiento para con su papá, la parte masculina, emprendedora, del trabajo. Tampoco es tanto que el padre vea que su hijo tiene logros. En estos casos confunden cuál es el reconocimiento que necesitan realmente. Confunden: no es el reconocimiento de la gente, es el de mi padre”.
Así se puede explicar la necesidad de reconocimiento desde Constelaciones Familiares o desde la Biodescodificación, que es un nuevo enfoque en la Psicología, añade al citar que en cuanto al reconocimiento también está la teoría de Abraham Maslow, quien precisamente habla de las necesidades básicas del ser humano.
En su famosa pirámide, el psicólogo estadounidense platea cinco apartados donde los seres humanos desarrollan necesidades (la parte más baja) y deseos más elevados (la parte más alta), que van desde las necesidades básicas, como respiración, alimentación, descanso; hasta la parte más alta (la cúspide de la pirámide), donde está la moralidad, la falta de prejuicios, la aceptación de hechos, entre otros.
El reconocimiento está en la cuarta y penúltima parte alta, subraya Susana Quintana. Según Maslow la persona busca a lo largo de toda su vida nuevas satisfacciones para sus necesidades no satisfechas, y considera que el reconocimiento es la necesidad de estima, de ser apreciado y respetado por los otros.
Maslow describió dos tipos de necesidades de estima, una alta y otra baja.
La estima alta concierne a la necesidad del respeto a uno mismo, e incluye sentimientos tales como confianza, competencia, maestría, logros, independencia y libertad.
La estima baja concierne al respeto de las demás personas: la necesidad de atención, aprecio, reconocimiento, reputación, estatus, dignidad, fama, gloria, e incluso dominio.
La carencia de necesidades como logros, competencia, libertad y falta de respeto a un mismo, así como de parecido, reputación, dignidad, dominio y fama; refleja en una personas baja autoestima y el complejo de inferioridad.
–¿Todos necesitamos del reconocimiento de los demás? -se le preguntó-
–Sí, y la primera experiencia de reconocimiento es papá y mamá. Y si esto falta se van dando carencias que se pueden desencadenar en trastornos mentales, emocionales, neurosis o psicosis.
LA ESTRUCTURA INTERNA DEL ‘YO’
El ego es la estructura interna del ‘yo’, añade la psicóloga Quintana Carrilo, es decir, “lo que va definiendo quién soy, pero nada más desde el egoísmo, o sea, nada más me veo a mí mismo. En el ego yo no me puedo conectar con el otro todavía, nada más es conmigo. En un momento dado todos tenemos ego. El ego es ‘yo’, verme sólo yo, mis necesidades”.
–¿Qué nos hace ser egocéntricos?
–Lo que vamos viendo y conociendo en el medio ambiente en el que nos desarrollamos. Lo que vamos viviendo. Por ejemplo la educación de mis padres, que me dicen ‘no compartas’, ‘esto es tuyo’, esa parte que fortalece el egoísmo. Nada más pensar en mí mismo.
–¿Por qué somos egoístas?
–Es parte de la estructura interna que vamos creando al ver nuestro alrededor. Porque desde pequeños el mundo primero es interno, el ‘yo’. Es común que los niños sean egocéntricos, empiezan el autoconocimiento por el egocentrismo, sólo su mundo.
–¿Y hasta cuándo ya no es tan sano?
–Cuando tenemos que interactuar con otras personas, cuando empezamos a sociabilizar, suele ser en los niños que empiezan a convivir con otros, ya no nada más con papá y mamá, sino por ejemplo en la guardería o en el kinder, ahí es donde se puede ver qué tan egocéntrico es un niño o puede compartir, el querer jugar con el otro.
Susana Selena agrega que si no disminuye el egocentrismo puede haber un choque o un sufrimiento, que se da por las creencias de los padres que se van transmitiendo, “ya no de egocentrismo, sino de egoísmo. O sea, ‘no compartas’. esto es tuyo’, cuando hay niños que se les puede hacer muy natural el compartir pero si la mamá le dice que no, entonces viene una confusión y suele hacerle caso a la mamá y puede ir creyendo que el egoísmo es parte de su vida y eso a la larga crea soledad y otros trastornos emocionales.
Al referirse al egocentrismo, cita la teoría de Jean Piaget, quien justifica que es sano en la niñez, es la teoría; pero en la edad adulta ya no es sana. Sí hay una etapa inicial en donde el egocentrismo es benéfico, pero cuando se alarga a la edad adulta, se presentan un montón de problemas.
–¿Hay algo detrás del egocentrismo?
–Algunas veces quieren esconder una debilidad al tratar de proyectar una imagen de superioridad ante el otro. Si no lo corrigen en una etapa de tu vida puedes llegar a adulto y seguir fortaleciendo ese egoísmo. Por ejemplo, si una persona si se siente superior en el trabajo se puede estar mirando así mismo sin darse cuenta que los demás son iguales, no puedes ponerte ni por debajo ni por encima.
–¿Cómo definimos a una persona egocéntrica?
–Aquél que sólo piensa en sí mismo, o sea, primero yo, luego yo y al último yo. No puede mirar a los demás, conectarse emocionalmente con los otros, no puede tener empatía. Él quiere que lo atiendan, que lo amen, pero no da nada.
Finalmente, al retomar el narcisismo, la psicóloga recuerda que Sigmund Freud introdujo este concepto en el área del psicoanálisis. Aunque puede ser parte de la personalidad, el narcisismo puede también manifestarse como una forma patológica extrema en algunos desórdenes de la personalidad, como el trastorno narcisista de la personalidad, en que el paciente sobreestima sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación.
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